miércoles, 4 de diciembre de 2019



"y dijo (YAHVÉ ELOHIM): Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza; que tengan dominio sobre (todo lo creado)..."
Génesis 1:26
 
"Y  YAHVÉ ELOHIM creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de DIOS.
Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: Sean fructíferos y multiplíquense;  llenen la Tierra y sometanla; dominen a toda la creación".
Génesis 1:27-28

Cuando el ser humano fue creado (en las regiones celestiales, antes de la fundación del mundo), por parte del Dios Trino (Yahvé Elohim) a través de Jesús (Yeshua Mashiaj), y nos fue dada una identidad superior con respecto a todo lo creado; nuestra esencia real era la misma que la del Dios Padre (El Eloha Israel), con la del Hijo (Yeshua Mashiaj) y con el Espíritu Santo (Ruaj Kodesh). En una Unicidad  incomprensible para nuestra mentalidad que actualmente es muy finita y falible.
 
 Nuestro espíritu -que vivía desde antes de la fundación del mundo, en la Raquia (el lugar donde se fundamenta el Trono de Yahvé) de Dios- estaba en completa comunión con la Trinidad; y eso nos hacía ser semejantes en espíritu a Ellos. 
  Lo cual se tergiversó por completo y nos desconectó de la Unicidad divina que teníamos cuando se cayó en pecado de desobediencia por parte de Adam y su mujer. 
 
El ser humano no sólo involucionó en su espíritu, sino que esa involución llegó también a su cuerpo (ahora natural) y principalmente a su alma (su mente). A partir de ese momento, al ser una criatura mortal en todo sentido, se envolvió  en una mentalidad finita, encajonada, con paradigmas y grandemente pecaminosa, con lo que llegamos a convertirnos (es decir disminuidos) en el llamado (por los antropólogos) "homo sápiens".
 No evolucionamos de seres inferiores eliminados por la selección natural (llamados pre-humanos), sino que involucionamos de un ser superior hasta llegar a una criatura inferior, y no al contrario, como lo dicta la teoría evolucionista.
  Saliendo de la cobertura divina que poseíamos (estábamos envueltos totalmente bajo la cobertura del Espíritu Santo y las bendiciones que esto conlleva), involucionamos en lo que ahora es el hombre actual y moderno (eso si, llenos y orgullosos de esa "gran sabiduría" humana  finita y ciega la cual ha sido basada en conceptos egipcios, griegos y babilónicos). 
En lugar de evolucionar como era el Plan Divino, venimos a convertirnos ese ser que ahora racionaliza todo con su sabiduría finita; como un claro efecto de desvalorización  frente a nuestro Padre celestial y toda criatura celestial.
Pero todo eso ha cambiado (desde hace 2000 años) con la venida de nuestro Señor JesúsCristo y la residencia del Espíritu Santo en nuestros espíritus.
¡Claro está, que todo hijo de Dios debe empoderarse en la Cobertura por parte del Espíritu Santo y su Bautismo (en Fuego) para que ese cambio real suceda en su vida!

Por tanto, Dios Padre nos ha transformado -después de rescatarnos de la caída en pecado- para ser parte de su Plan original en la creación, restaurando la Unicidad  perdida entre el hombre y Dios. Por lo que es necesario que todo creyente se convierta de un simple prosélito (el creyente que sólo oye y no vive la Palabra), hasta llegar a convertirse en un empoderado Discípulo de Jesús  ¡Como lo debería ser todo miembro de la Iglesia de Cristo! ¡Todos los miembros del cuerpo de Cristo debemos convertirnos en Ministros verdaderos del Dios Altísimo! y eso significa que seamos verdaderos discípulos de Jesús.

Dicho Plan Divino nunca cambió -aún después de la caída del ser humano-  desde el principio de los tiempos hasta nuestros días y hasta llegar al fin del sistema actual que rige el mundo. 
¡Demos un gran Amén a eso!

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